domingo, 23 de noviembre de 2008

Siempre a favor de un acuerdo.


El otro día, un buen amigo del partido me decía que el tiempo de los “pasteleros” había pasado, que ahora venían tiempos para los “charcuteros”. Mi amigo lo afirmaba con cierta solidez, es cierto que los del gremio, venimos cosechando reiterados intentos fallidos. No obstante, y a pesar de los resultados conseguidos, yo sigo manifestándome a favor de llegar acuerdos en todos los ámbitos en los que pueda.

Amos Oz, en su último trabajo “contra el Fanatismo”, libro que recomiendo en este mismo blog, realiza una apuesta clara por “llegar acuerdos” y yo, modestamente, subscribo totalmente las opiniones de este escritor israelita. Por este motivo, he decido reproducir dos párrafos de su trabajo. No pretendo animar, a mi amigo, ni motivarlo, sólo sirva para reafirmarme públicamente de aquello de lo que creo estar convencido y por lo que sigo apostando con decisión.

Dice que: “…llegar a un acuerdo, a un compromiso, tiene una reputación terrible en los circuitos idealistas europeos, especialmente entre la gente joven. Se concibe el acuerdo como falta de integridad, falta de directriz moral, falta de consistencia, falta de honestidad. El compromiso apesta, comprometerse a llegar a un acuerdo es deshonesto.

No en mi vocabulario. En mi mundo, la expresión es sinónimo de vida. Y donde hay vida hay compromisos establecidos. Lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es integridad, lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es idealismo, lo contrario de comprometerme a llegar a un acuerdo no es determinación. Lo contrario de llegar a un acuerdo es fanatismo y muerte. Y cuando digo acuerdo no quiero decir capitulación, no quiero decir poner la otra mejilla al rival o a un enemigo, quiero decir tratar de encontrarse con el otro en algún punto a mitad de camino. Y no hay acuerdos felices: un acuerdo feliz es una contradicción. ...”.


Concluyo como empecé, yo sigo apostando decididamente por alcanzar acuerdos. Cuando en política somos capaces de llegar a acuerdos, los máximos beneficiarios siempre son los ciudadanos. Sólo así seremos capaces de construir un futuro mejor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Fantástica reflexión que comparto plenamente. Hace poco representé al PSOE en un acto en Cabo Verde, un país africano, que como otros ha tenido una historia dura. El primer ministro de ese país modesto y pequeño hizo pedagogía ante los suyos: la política no es una dinámica entre amigos y enemigos sino un espacio para compartir y luchar por el progreso. Lamentablemente Africa nos enseña con crueldad las consecuencias de la política inspirada por los charcuteros.

anele67 dijo...

Por añadir algo aunque totalmente innecesario porque tu reflexión es redonda, yo hablaría de empatía y asertividad. La primera es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos (segun la Real Academia) y la segunda se sitúa en un punto intermedio entre dos conductas polares: la agresividad y la pasividad, es decir, la persona asertiva ni agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos. Esto último es lo que reconozco en tu trayectoria política. Afortunadamente no todos los políticos son iguales. Un saludo.

Anónimo dijo...

Clarísimo, contundente y sin doble lenguaje. Creo que es tu mejor entrada.
Los pasteleros hacen avanzar el mundo. Los inseguros, los que se cotizan para luego venderse, los pelotas, los tontones, y todos sus derivados son los que rechazan el dialogo y la negociación. Sabes porqué? porque tiene pavor a comprobar, que podrian estar equivocados.